Rubiales, como Al Capone (La Tribuna de Albacete, 12-09-2023)

Al Capone fue un gánster que hizo negocio en los años 30 en Chicago con la Ley Seca y numerosas actividades delictivas. Tiene narices que matando, extorsionando, y cometiendo todo tipo de ilegalidades, la única manera que tuvo la Justicia de quitarlo de la circulación fue por defraudar a Hacienda. Toda esta historia me recuerda a Luis Rubiales, porque al presidente de la RFEF, al que le han ido sacando numerosas situaciones que bien podrían considerarse delictivas, al final lo han sacado del negocio en el que se ha convertido la Federación Española de Fútbol por el furtivo beso a Jenni Hermoso, en un momento de euforia desmedida, la que tiene la persona que se creía el amo y señor del cortijo. Deleznable y fuera de lugar estuvo el beso, de eso no hay dudas, pero mucho peor, a mi entender, fue su actitud en el palco del Estadio. Su celebración fue una falta de respeto al fútbol tan grande que inmediatamente tenía que haber sido recriminado y sancionado por la FIFA.
Rubiales, el que puso el grito en el cielo cuando LaLiga quería llevarse partidos a Miami, vendió la Supercopa de España a Arabia Saudí con comisiones millonarias para sus amigos e inventándose un sistema de competición para que fueran los grandes, porque sino, había menos pasta para repartir. Se le sacaron conversaciones comprometedoras, supuestas fiestas en Salobreña, con señoritas de la vida, a cargo de las cuentas federativas, sueldos inflados para él y sus amigos de las territoriales, vivienda de lujo en Madrid a cargo de la Federación, un polémico viaje a Nueva York. Había para dar y tomar, pero al final ha sido un beso inesperado y a destiempo el que lo despegó de la poltrona.