Estaba decidido a hablar del descenso del Alba y del desastre de una temporada en la que las malas decisiones se han ido sucediendo, ahondando en las ya cometidas la temporada pasada y no aprendiendo de los errores.
Pero uno se cansa de darle vueltas a lo mismo y, la verdad, prefiero quedarme hoy con esos albaceteños a los que la vida les sonríe gracias a su esfuerzo. Me alegra mucho ver lo bien que les va a dos albaceteños que no fueron bien tratados por el Alba tras dejarse media vida en el club. En el descenso del 2016, Pedro Gómez y Juanky Calero, dos currantes de la casa, pagaron los platos rotos y salieron por la puerta de atrás. Ahora, Gómez es campeón de Francia con el Lille, donde lleva unas temporadas de ensueño (la última con otro albaceteño, Alberto Piernas), y Calero es el director de la Escuela de Fútbol que Andrés Iniesta montó en Japón. Dos buenos profesionales cuyo trabajo los ha puesto donde merecían.
Y me alegro un montón por el título conseguido por mi amigo Santi Ruiz con el CB UCA en el campeonato regional júnior. Lo conocí en aquellos años en los que el CABA era el CABA y a Santi le apodaban el loco pelón, por lo zumbado que estaba y su corte de pelo. Zumbado sigue por el baloncesto más de 30 años después. Las anécdotas son incontables y ha dirigido equipos en todas las categorías conocidas en Albacete. Veo como la gente le reconoce su trabajo y ya era hora.
Sienta muy bien ver a estos albaceteños logrando cosas importantes . Y sienta bien escribir de ello, en vez de las penurias de un Albacete Balompié deportivamente mal gestionado y que solo nos da disgustos.