Con la polémica sobre la presencia de aficionados o no en los campos de fútbol profesional ha quedado claro que lo más importante para LaLiga es lo económico, por encima de la pureza de la competición. Si quieres tener la mejor liga, si quieres arrastrar a los aficionados, tienes que ser ecuánime y procurar que todos los clubes, grandes y pequeños, puedan pelear en igualdad de condiciones.
Por ello, cuando los clubes se quejan de la decisión del Gobierno, yo les diría que se mirasen un poco más el ombligo y vieran cómo ha negociado la institución que ellos mismos forman, LaLiga, y las prioridades de la misma, porque la ventaja que tendrán los clubes que puedan albergar público en estas últimas jornadas no la tendrán los que, sanitariamente, no puedan hacerlo. Lo que se vivió en Lugo el pasado sábado y lo que no se podrá vivir hoy en el Belmonte es un claro ejemplo de ese desequilibrio que desvirtuará la competición. Hasta el propio entrenador del Lugo reconoció lo que empujó la grada en la señalización de los dos penaltis que le dieron a su equipo la victoria.
Que puedan ir aficionados a los campos es dinero para los clubes y para la LaLiga y esa es la prioridad. Para no desvirtuar la competición debería ser, o todos o ninguno, y esa decisión la deben tomar los clubes, es decir, LaLiga, independientemente de los permisos que pueda otorgar el Gobierno a unos sí y a otros no. Si no puede haber público en algunos campos, pues se acaba la competición igual que lleva año y medio disputándose y, al menos, no se dará privilegios a los que puedan tener a la grada a su lado.