El técnico del Albacete, López Garai, ha venido con flor. Eso de que un entrenador tenga flor nos viene de tiempos remotos, de cuando el Alba se hizo mayor y decíamos los que ya estábamos por allí contando sus andanzas que nuestro querido Benito Floro tenía flor, que traducido viene a ser que tenía suerte.
La suerte existe y suele aparecer casi siempre en la gente optimista, en la gente positiva. En el fútbol hay suerte y mala suerte. La flor es lo que diferencia ese balón que tira el delantero, toca en el palo, en la espalda del portero, y se cuela. El que no tiene flor le pega a puerta vacía, el balón da un palo, en el otro, y se marcha fuera. Tener o no tener flor.
El Albacete, tras la llegada del nuevo técnico, tiene esa flor con la que empezó Lucas Alcaraz la temporada pasada, pero que no pudo prolongar en este nuevo ejercicio. la falta de flor era evidente con el bueno del granadino. La flor ha tocado a jugadores como nuestro querido Tomeu Nadal, que la ha recuperado, y de que manera, en los últimos partidos. Que porterazo, y encima buena gente.
El Sabadell le pudo hacer un destrozo al Alba en la primera media hora, pero no se lo hizo y se ganó. El Mallorca lo intentó todo, hasta tiró un penalti, pero se empató. Frente al Rayo se cazaron dos rechaces en dos saques de esquina y se marcó y luego se aguantaron las embestidas del rival hasta sumar otros tres puntos. La flor existe.
Pero está claro que esa flor no aparece sin trabajo, sin esfuerzo. La flor no cae llovida del cielo, hay que ganársela. El Albacete de López Garai tiene flor, no hay duda, y ojalá le dure mucho tiempo.