No sé como terminará la temporada para el Alba. Ni tan siquiera sé como ha finalizado la jornada 40 para los manchegos, toda vez que por cuestiones de edición este artículo se quedó escrito antes de que el equipo manchego jugase contra el Elche.
Pero lo que sí me ha quedado claro es la forma con la que Lucas Alcaraz ha sabido sacarle rendimiento a un equipo que, no nos vayamos a engañar, estaba más muerto que vivo. El técnico granadino ha sabido recuperar jugadores cuyo rendimiento estaba dejando mucho que desear, ha sabido motivar a la plantilla para, al menos, se les vea implicados y comprometidos, dejándose todo lo que tienen en el terreno de juego.
El problema es que todo eso no sabemos si será suficiente para salvar las categoría, ya que uno puede dejarse todo lo que tiene y no ser suficiente porque la cosa no da para más. Se dijo al finalizar el mercado de verano, se dijo en los primeros meses de competición en los que la diosa fortuna campaba a sus anchas con esos 0-1 que podían engañar a los resultadistas, se dijo tras un mercado invernal donde no se terminaron de cerrar las heridas abiertas que tenía esta plantilla. La planificación deportiva de esta temporada ha sido un desastre. En la anterior se tuvo casi un 100% de acierto y se revivió un club cansado de largas travesías por el desierto de los últimos años. Y como en el fútbol ya sabemos lo que pasa, quizás el exceso de confianza ha pesado mucho en esta temporada donde los problemas han sido numerosos, tanto en rendimiento, como en calidad, distribución y número.
Cierro la temporada de la Zona Press esperando una profunda reflexión, agradeciendo a Alcaraz su trabajo y deseoso de que este desaguisado de temporada pueda terminar bien.
