Son casi 29 los años que llevo contando lo que ocurre en el deporte de Albacete a través de las páginas de este diario. En todo ese tiempo se podrían enumerar por cientos las personas que he ido conociendo de una y otra disciplina. En todos los casos encontré gente ilusionada con lo que estaba haciendo, deseosa de cumplir sueños, de conseguir objetivos, de mejorar en su disciplina, de hacer de su deporte más conocido, de ayudar a otros a mejorar; de trabajar, en definitiva, por y para el deporte de nuestra ciudad.
Vivir y contar las cosas buenas que han pasado en el deporte de Albacete se queda grabado a fuego. En todo ese camino, y en toda esa gente, hay los que han conseguido éxitos y los que se han quedado en el intento. Por eso, cuando uno tiene buenas noticias sobre esas personas que son trabajadoras, comprometidas y que viven y disfrutan del deporte, la alegría que se siente es inmensa.
El Albacete Balompié competió en su día una injusticia. Cometer, seguramente, ha cometido muchas, igual que ha pasado en otros clubes y en otros deportes, pero hoy me refiero al despido de Juanky Calero y Pedro Gómez. Hombres de club, comprometidos con la entidad, trabajadores a las órdenes de los que mandaban, infravalorados, sobre todo en el sueldo, por eso de ser de la casa, y poco menos que se les culpó del descenso a Segunda B.
Han pasado unos años. Pedro Gómez trabaja de preparador físico en el Lille, actual subcampeón de Liga y jugando la Liga de Campeones. Juanky Calero dirige la ‘Iniesta Methodology’, academia que el de Fuentealbilla ha montado en Japón. Son valorados, disfrutan con lo que hacen, triunfan, y yo que me alegro.