El 2019 nos deja un Alba decrescendo. El conjunto manchego vivió su momento culmen en el inicio del año que se nos va, en puestos de ascenso directo cuando acabó la primera vuelta del campeonato.
La temporada de ensueño no tuvo el final esperado. Se luchó, se hizo un año para recordar, se vivieron momentos mágicos, pero el equipo no pudo aguantar en la zona de ascenso directo y terminó disputando un playoff en el que faltaron las fuerzas necesarias para haber logrado el tercer hito en los cerca ya de 80 años de la entidad. Esa pequeña cuesta abajo que no desmereció en ningún momento una gran temporada, se ha inclinado más en la presente campaña, que se encuentra en su ecuador cuando termina el 2019.
Se vendió ilusión con mantener una línea que no se pudo seguir porque la plantilla estaba cargada de jugadores cedidos que no pudieron repetir y sus recambios no han ofrecido, ni muchos menos, el rendimiento de sus antecesores.
Sin ser una mala temporada, hasta el momento no se han cumplido las expectativas y además es precisamente en el Carlos Belmonte, que la pasada campaña fue un fortín, pero en la presente es el caballo de batalla, con muy pocos buenos resultados y demasiadas decepciones para una afición que esperaba mucho más después de lo vivido la campaña pasada.
Con ese decrescendo, esperando cambios importantes en el mercado invernal, dará comienzo el 2020, donde no se nos puede olvidar destacar que la situación económica de la entidad está a años de cuando se rozó la desaparición y la perspectiva de futuro en ese sentido es, al menos, halagüeña.