Este país es muy dado a colgar San Benitos y no bajarse de la burra. El Albacete Balompié no está defendiendo a ningún nazi, el club manchego defiende a uno de sus jugadores que, desde que llegó, no ha mostrado el más mínimo detalle que pueda dar credibilidad a las acusaciones que versan sobre él.
Igual que en nuestro querido Google encuentras fotos comprometedoras de Zozulia, también se puede encontrar la carta que el jugador ucraniano envió a la afición del Rayo hablando del malentendido que se organizó en su llegada a Sevilla por una camiseta y negando su «apoyo o vinculación con grupos paramilitares o neonazis». Medios nacionales se hicieron eco de la propaganda rusa que aprovechó para echar mierda y una web que se dedica a desmentir bulos sobre Ucrania, stopfake.org, tiene en Zozulia a uno de sus principales protagonistas al ser objetivo numerosas veces de estas noticias falsas.
Más allá de lo que se encuentra en internet, y de no poder ni asegura ni desmentir la filiación política del jugador, está el día a día, y ahí, Zozulia, ha demostrado en Albacete ser un jugador profesional, familiar, comprometido y, sobre todo, compañero. El mejor amigo de Zozulia en sus dos primeras temporadas en el Alba fue Jérémie Bela, franco-congoleño de color, detalle que, a mi entender, choca frontalmente con una persona catalogada de nazi.
En este país, acostumbrado al insulto gratuito, llega un momento en el que hay que decir basta y el Albacete Balompié dijo basta. Alguna vez tenía que ser la primera. El Alba ha hecho historia por defender los valores de respeto que deben primar en el deporte y los albaceteños se pueden sentir orgullosos de su club.