El Albacete lleva desde que comenzó la temporada hablando de la permanencia, de esos 50 puntos que, uno arriba, uno abajo, garantizan un año más en la liga de las estrellas. Alcanzada ya la cifra de los 49 y comandando la tabla de Segunda, por obra y gracia de LaLiga, el club ya se ha quitado la careta para decir, fuerte y claro, que este equipo quiere y puede ascender a Primera División.
Está claro que hay clubes con más presupuesto, plantillas que, por nombre, cuentan con un potencial superior, siempre sobre el papel, pero tampoco nos podemos engañar pensando que el Alba está por encima de sus posibilidades. Estar ahí arriba tiene un mérito extraordinario. Contar con buenos jugadores nunca garantiza nada, pero nadie puede perder de vista que Luis Miguel Ramis cuenta con ramillete de jugadores que bien podrían estar jugando en Primera sin ningún tipo de problemas.
Obviamente, tras lo mal que se pasó la campaña pasada para mantener el barco a flote en lo deportivo, después de solucionar lo económico, no se podía poner uno en la rampa de salida sacando pecho y diciendo “aquí estoy yo”. Ha sido a base de juego y resultados como se ha ganado el Alba el título de candidato al ascenso, que tan bien está defendiendo en las últimas jornadas.
Pero la liga es una carrera de fondo, como una maratón de 42 kilómetros y el Alba marcha muy bien en esos primero 26, pero queda atravesar lo que en atletismo se llama el muro, entre los kilómetros 30 y 32. De momento todo es ilusión y, sobre todo, confianza, porque este Albacete ofrece una gran confianza. Seguimos soñando.