En estos tiempos de éxitos y fracasos futbolísticos se escriben ríos de tinta sobre los diferentes estilos que utilizan los equipos a tenor del entrenador que tengan en su banquillo.
La impronta de algunos es muy evidente y entonces empiezan los calificativos para unos y las críticas para otros. Obviamente el fútbol vistoso, de toque, tiene mucha más aceptación que el que propone intensidad defensiva y mucho compromiso. Son las diferencias que endiosan o envilecen, que hacen a Guardiola el rey del fútbol y a Simeone del antifútbol, ya seas seguidor de uno y otro.
Luego estamos lo que tratamos de entender el juego desde aspectos algo más profundos y tenemos en cuenta uno de los factores principales en todo esto, que todo, lo uno y lo otro, es fútbol. Aquí se trata de un deporte con unas reglas en el que 11 jugadores por equipos tratan de meter el balón en la portería contraria y el que más goles consigue se lleva la victoria.
Pues en este sentido, tan fútbol es el que hace Guardiola como lo que hace Simeone, o lo que hace Luis Enrique, Benítez, Mourinho, Pochetino o Rainieri.
Dejar todo a la inspiración y el talento de jugadores como Messi, Luis Suárez, Iniesta, Cristiano Ronaldo, Bale o Modric puede resultar tremendamente fácil. Mucho más complicado debe ser controlar el maremágnum de egos que se juntan en esos vestuarios que montar un esquema táctico.
Luego están los que trabajan la intensidad y el compromiso. No vayamos a olvidar la calidad muy superior a la media de muchos jugadores del Atlético de Madrid, pero lo que nadie puede negar es el compromiso y el derroche de solidaridad que muestra el equipo en cada partido para conseguir que la maquinaria y el esquema funcione.
Pues eso, que tan fútbol es uno como el otro, igual que otros muchos esquemas y sistemas y quizás el éxito y el fracaso va mucho más provocado simplemente por el estado de ánimo de unos y otros y la confianza que se tenga en lo que se está haciendo sobre el campo. Esa sí que es la clave de todo. Lo demás son debates a ninguna parte, porque lo que importa al final son los resultados y el fin siempre justifica los medios, siempre y cuando todo fluya dentro del cauce de la reglamentación vigente.
