Es difícil no ilusionarse con el Alba que nos han montado esta temporada. Es complicado no generar expectativas cuando ves a jugadores como Febas, Zozulia, Manaj, Acuña o Tejero en estado de gracia. Es imposible no comparar este Albacete con los mejores de la historia en Segunda, aquellos dos equipos que hicieron soñar a toda la ciudad con su ascenso a Primera, en especial aquella primera vez, inesperada sin duda, en la que Benito Floro dio un máster sobre cómo jugar al fútbol.
Quizás los resultados puedan dejar un mal sabor de boca, al menos en el Belmonte, con esos dos empates frente a Cádiz o Zaragoza después de tener casi metidos en el zurrón los tres puntos en juego, pero no debemos olvidar que los rivales también juegan y también tienen su potencial, como se pudo ver el pasado viernes con el Zaragoza.
Quedó demostrado que no se puede dar ni un respiro al rival, pero bien es cierto que el desgaste realizado por los jugadores de Ramis en la primera parte fue espectacular. Las pilas se agotaron y el Zaragoza no perdonó, aunque como bien dice el técnico, siempre hay jugadas puntuales que pueden cambiar el signo de un partido, como los cabezazos de Eugeni y Ortuño que pudieron dar al Albacete el triunfo y haberlo colocado al frente de la clasificación.
Hacía tiempo que la afición no vibraba tanto en el campo, que se veía un fútbol de alto nivel y que se competía, de verdad, con cualquier rival de enjundia que pasaba por el Belmonte. Son ya siete jornadas invicto, es decir, que esto no es flor de un día. Hay un estilo, hay un compromiso y hay, sobre todo, una calidad futbolística que nos hace disfrutar.