Pertenecer al mundo del deporte conlleva una carga de responsabilidad social que uno mismo se autoimpone. Los valores que se reciben a través de la práctica deportiva son, sin lugar a dudas, un germen para la formación de buenas personas. Uno podrá llegar a ser profesional de lo suyo o no, conseguirá logros importantes o se quedará por el camino, pero las enseñanzas recibidas perdurarán para siempre.
El pasado sábado fue uno de esos días en los que uno se siente orgulloso de formar parte de este mundo. En este caso le tocó a la natación, con ese Reto 70K organizado en La Roda con el objetivo de sensibilizar y ayudar a la investigación de la ELA, una de esas duras enfermedades que de momento no tienen solución y que, por tanto, necesitan desarrollar una cura, lo que sólo se puede conseguir a través de la investigación, eso por lo que tanto lucha mi buen amigo Julián Garde desde la UCLM.
La cita rodense reunió a 700 nadadores, que se dice pronto, por el simple hecho de participar, de aportar su granito de arena, de estar junto a Juan Ramón Amores en esa lucha que muchas veces uno se pregunta si vale para algo y cuya respuesta se encuentra en eventos como el del sábado. El mundo de la natación se volcó, en esa vena solidaria y desinteresada que tienen los deportistas. ¿Cuántos eventos de este tipo se realizan apoyados en el mundo del deporte, ya sea para sensibilizar o recaudar fondos? Sería imposible enumerarlos, porque ser deportista es también estar ahí y no sólo es patrimonio de grandes como Nadal o Gasol, cuyo corazón no les cabe dentro del cuerpo. Deporte, solidaridad e investigación siempre irán unidos.
