El inicio de la liga marca, en cierto modo, el final del verano, al menos en lo deportivo. Poco a poco irán arrancando las diferentes competiciones, que esta temporada 2021-22 tratan de recuperar su normalidad, sin esos subgrupos y esos líos para entender el sistema de competición.
El Albacete Balompié empezó su nueva andadura en la Primera RFEF con un buen sabor de boca. La vuelta de los aficionados al Belmonte demostró lo mucho que cambia el cuento, con ese aliento y ese empuje que los jugadores sienten sobre el césped y que diferencia un partido de verdad de una pachanga de entrenamiento.
Uno de los detalles más significativos es que desde el minuto 20 de la primera parte hasta el descanso se vio más fútbol en el Belmonte que en las dos últimas temporadas. Obviamente el Alba está una categoría más abajo, pero el fútbol es fútbol y hacerlo bien o mal no está reñido con estar en una u otra categoría. El Alba mostró actitud y aptitud, algo que venía faltando, unas veces actitud, otra aptitud y otras ambas, pero así fue el deambular del equipo los dos últimos años por la Segunda División.
El sábado, el resultado pudo ser distinto, pues con el 2-1 hubo momentos de dudas, pero es que el fútbol es cosa de dos y el rival también juega, lo que tampoco está reñido con que tú hagas las cosas bien y el Alba de Rubén de la Barrera las hizo muy bien. Se vio un grupo de jugadores implicados, con ganas, con hambre, con ilusión y también con capacidad para hacer que la afición se levantase de sus asientos y volviera a disfrutar, que ya iba haciendo falta.
