La semana pasado nos dejó dos protagonistas en lo futbolístico, Tomeu Nadal y Roman Zozulia.
El cancerbero cometió un fallo que aprovechó el Elche para empatar un partido que el Alba tenía en el bolsillo, tras un bonito y vibrante espectáculo gracias, sobre todo, al impresionante y sano ambiente que se vivió en el Carlos Belmonte. Dos aficiones defendiendo a los suyos y nada más. Una oda a la concordia y al ejemplo para el resto de clubes y aficionados.
Muchos miraban la tabla para ver que, con esos previsibles tres puntos, el ascenso se ponía de dulce para el Albacete, pero no pudo ser. Ya lo dice el refrán, que el mejor escribano echa un borrón. Porque Tomeu es uno de los mejores porteros que tiene la Segunda División, sino el mejor. Para el Alba es un lujo tener a este guardameta. Su compromiso y su habilidad bajo los palos son claves para que el equipo de Ramis esté peleando de lleno por meter la cabeza en Primera.
Y si hablamos de compromiso, qué decir de Roman Zozulia. El ucraniano también fue protagonista sin quererlo, por las palabras de uno de esos políticos que en estos días nos deleitan con sus promesas vacías y sus salidas de patas de banco. No pienso ni nombrarlo, para no darle más protagonismo, pero lo que hizo fue un hablar por hablar, sin conocer al insultado y quedarse sólo con un lío ocurrido hace años con unos ultras de por medio, porque eso son los Bukaneros del Rayo.
En los casi dos años que Zozulia lleva en Albacete lo único que el ucraniano ha demostrado es su compromiso con el club, su compañerismo en el vestuario y su comunión con la afición.
