Llega periodo de elecciones y, por ende, llega el momento de que nuestros políticos empiecen a prometer todo aquello que los ciudadanos quieren, a sabiendas de que luego, siempre tendrán mil y una excusa para no poder desarrollar, ya sea por la crisis, la herencia de los anteriores si hay cambio o que existen otras prioridades.
El caso es que entre excusa y excusa el deporte albacetense ha sufrido la incapacidad de nuestros dirigentes para desarrollar un plan de actuación que haga evolucionar una parcela olvidada y defenestrada. Hacer deporte en Albacete es casi una odisea, ya no sólo por la falta de ayudas, también por la falta de instalaciones y el desgaste de las existentes.
Decir que el pabellón donde se desarrolla la competición más importante de baloncesto lo inauguró el rey emérito Juan Carlos cuando todavía era príncipe dice a las claras que la obsolescencia es un problema que viene de lejos. Al menos se tuvo la decencia de cambiar el suelo y las canastas para que, por lo menos, se pudiera competir, que no es poco.
Cada vez que hay elecciones aparece en los programas el ya famoso gran pabellón, que tienen todas las ciudades, incluso muchos pueblos, y que no existe en Albacete. El otro día me decía un compañero que si todas las veces que el gran pabellón apareció en las propuestas electorales se hubiera construido tendríamos siete u ocho.
El caso es que el deporte, en toda su extensión, siempre es el gran olvidado para nuestros políticos, sean del color que sean. Se le da muy poca importancia a algo que sí la tiene, pero de lo que sólo se acuerdan cuando quieren ponerse en la foto junto a los ganadores.
