LaLiga solo piensa en su negocio, se olvida de los deportistas y de los aficionados. La Federación sólo piensa en su cortijo, se olvida de los deportistas y de los aficionados. Tanto monta, monta tanto. Se han convertido en dos políticos incapaces de solucionar los problemas, sólo pendientes de tirar piedras sobre el tejado del vecino y echar más leña al fuego, sin darse cuenta de que ambos caen en los mismos errores. Hace unas semanas Luis Rubiales criticaba a Tebas por el nuevo horario implantado en Primera, las 14 horas, y la semana después la Federación plantaba un partido de la Liga Iberdrola a las 14 horas, en Sevilla.
Lo de la RFEF con el fútbol femenino es para llorar. Por muchas campañas de apoyo que ahora se inventen, su actitud es lamentable y reprobable. Durante muchos, muchos, muchos años, el fútbol femenino fue el hermano pobre para una Federación que lo ninguneaba, pisoteaba y, con su dejación y desidia, no le dejaba crecer. Ahora que aparece LaLiga y ve negocio, la Federación torpedea su propia competición para inventarse otra, todo porque han olido dinerito fresco.
Los organismos que rigen los destinos de nuestro fútbol son una autentica vergüenza, pero mientras los clubes sigan plegados a la televisión y los aficionados no se den cuenta de que sólo los quieren para vender camisetas y que en las imágenes de la televisión no se vea cemento, el fútbol seguirá caminando hacía su propia autodestrucción.
Algunos clubes ya han empezado a quejarse por los horarios que pone la asociación que los representa, lo que no deja de ser paradójico, pero hace tiempo que la lógica se alejó del mundo del fútbol.
