Las relaciones entre el Alba y las instituciones siempre han tenido un punto de conflicto, porque se mezclan muchos intereses, los políticos, los deportivos y un club que, no se olvide, es una sociedad anónima. Nadie duda de la promoción que el Alba ha hecho de la ciudad, sobre todo en aquellos años 90 en los que el Queso Mecánico puso a Albacete en el mapa.
Dentro de esos conflictos siempre ha existido ese punto de diálogo, de complicidad y hasta de entendimiento final que ahora no parece existir. No debemos olvidar que la Ciudad Deportiva, propiedad del club, se construyó con 400 millones de las antiguas pesetas que pusieron las instituciones. Ni de las diferentes ampliaciones y remodelaciones de un Belmonte que usa el Alba en exclusiva. Tampoco olvidamos el préstamo participativo que, varias veces, salvó la situación del club, arruinado por la mala gestión de sus mandatarios.
La llegada de los actuales dueños cambió radicalmente el tono y las formas. Ya en marzo de 2014 se anunció la intención de cerrar la Ciudad Deportiva los domingos, algo que según el convenio firmado con el Ayuntamiento no se podía hacer. El conflicto llegó a tal punto que, tras el ascenso a Segunda, el equipo no lo celebró en el balcón del Ayuntamiento.
Dicho convenio, firmado entre el Ayuntamiento y Agustín Lázaro, presidente entonces y gerente de Bodegas Iniesta, señala que el club debe pagar los gastos de luz del Belmonte, algo que, si no ha cambiado, ni se ha hecho ni se hace.
También se produjo una tensa reunión en junio de 2014 en la que hubo dos versiones diferentes. La del Ayuntamiento, en boca del concejal de Deportes, fue que Garrido les pidió 1,7 millones de euros por la repercusión del equipo en la ciudad y que tenía ofertas para llevarse el club a otra ciudad, algo que desmintió rotundamente el presidente del Albacete, que dijo que «no soy partidario de hacer públicas las reuniones que tengo».
El lío con la Diputación viene de lejos y su virulencia ha sido tal que hasta Garrido grabó y filtró, a este mismo diario, su conversación con el vicepresidente de la institución, Agustín Moreno. El nuevo conflicto no es sino un más de lo mismo y, por mucho que la Diputación no haya cumplido su compromiso, no parece un buen momento para generar inestabilidad, con el equipo cuesta abajo y sin frenos en lo deportivo.
