Otro negocio para el fútbol (La Tribuna, 22-11-16)

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Hace ya mucho tiempo que el fútbol pasó de ser un simple deporte a un auténtico negocio. Hablar de Primera y Segunda División es hablar de millones de euros, de contratos estratosféricos, ya sea de jugadores o entrenadores y, por supuesto, de una enorme repercusión mediática que, por supuesto, también mueve cientos de millones de euros.

Atrás queda el fútbol en el que, dejando a un lado los más grandes, el resto de equipos estaban cargados con jugadores de su localidad, reforzados por buenos jugadores foráneos que, muchas veces, terminaban por echar raíces en el sitio donde jugaban.

Ahora el negocio mueve a jugadores de un sitio para otro y es casi un milagro encontrar a un jugador de la tierra en los equipos profesionales. Esto también ha llegado incluso al fútbol modesto, donde los que optan a ascender de categoría cuentan con plantillas cargadas de jugadores de fuera, que en muchos casos se renuevan temporada tras temporada si no se han cumplido los objetivos. Apenas puede aparecer algún canterano en escena, nacido en la localidad.

Y por si fuera poco al problema de los últimos años que ha surgido con el tema de las apuestas, donde el fútbol modesto es protagonista por diferentes motivos y cuyo control se escapa mucho a una RFEF preocupada de otras cosas, ahora surge otro relacionado con el negocio, que también existe en Segunda B y Tercera por mor de esos representantes que, en muchas ocasiones, suelen ser lo peor del deporte balompédico.

Ahora llega la moda de comprar fichas a los equipos modestos para colocar a jugadores que interesa mover, más allá de que tengan o no la calidad suficiente para jugar en la categoría. Hace poco podíamos leer en El País un reportaje de Diego Torres titulado Pelotazo ‘made in’ China, en el que desgrana fehacientemente lo que está ocurriendo, con el aterrizaje de empresarios que compran clubes y jugadores que son fichados por equipos modestos a cambio de un buen puñado de euros.

Pues nada, igual que el vídeo mató a la estrella de la radio, que cantaba The Buggles, vamos a ver lo que ocurre con todos estos negocios que pueden matar al fútbol moderno, en cuanto los aficionados vean que en sus equipos modestos prima más el negocio por encima de todas las cosas. Al tiempo.

Sobre el autor

Juan Carrizo

Jugador y entrenador titulado de baloncesto, practicante de otros deportes como el fútbol, el atletismo o el tenis, trabajo como redactor de deportes en La Tribuna de Albacete desde 1991 habiendo colaborado en diferentes ocasiones y en varias emisoras locales como Radio Chinchilla, COPE o la desaparecida Arco Iris.

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