Se han hecho campañas contra la xenofobia y la violencia en el fútbol y hasta hay un comité que penaliza con fuertes multas económicas comportamientos y actitudes violentas, así como insultos de tipo racistas o xenófobos. Pero, ¿y el resto de insultos, esos sí que están permitidos?
Pasarse por la Ciudad Deportiva un fin de semana es conocer una cantidad de apelativos ofensivos dignos de un tratado del insulto. Da igual que se trate de un partido del filial, del Fundación Albacete femenino o del juvenil de División de Honor, por decir los más concurridos, pero también ocurre con cadetes e infantiles.
Desde la grada no hay esos insultos xenófobos tan mal vistos, pero sí todo tipo de calificativos insultantes para el colegiado de turno y toda su familia, ascendente y descendente. Lo mismo ocurre con algún contrario cuando hace una falta fuera de lugar, en ese ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro. Y no falta la vez que en la propia grada se lanzan improperios unos padres a otros, dando un mal ejemplo digno de ser sancionado también con dureza.
Parecía que habían pasado ya esos años en los que uno iba al fútbol a soltar toda la rabia y el estrés contenido durante la semana. A gritar como si se nos fuesen a salir los ojos de las órbitas para liberar la tensión del trabajo o con la parienta. El fútbol se profesionalizó hasta límites todavía no encontrados y el negocio crece y crece entre millones de publicidad y contratos televisivos, pero insultar sigue siendo gratis.
Todavía se sigue dando ese mal ejemplo a todos los chavales que acuden a los campos, que observan como decirle al colegiado de turno todos los insultos del diccionario está permitido, más allá de que su actuación sea más o menos censurable.
Insultar es gratuito y dar mal ejemplo a nuestros hijos también. También pasa desde los banquillos, con entrenadores cuyo ejemplo también deja mucho que desear.
A ver cuando alguien se decide a poner un poco de educación en esto del fútbol y uno puede llevar a sus hijos a ver un partido sin que tenga que taparle los oídos.
