Si hay que descender, que sea dignamente (La Tribuna, 05-04-11)

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El Albacete logró romper una racha negativa que nos hacía pensar que se podría llegar al final de temporada de forma caótica. La victoria frente al Salamanca otorga un poco de respiro en la caída libre en la que se había metido la entidad y que la encaminaba irremediablemente al descenso.

Estos tres puntos sólo han mejorado míniamente la situación, que todavía sigue siendo casi insalvable, pero al menos otorga un poco de luz entre los negros nubarrones que rodeaban al club por los cuatro costados.

No hay que engañarse y viendo la clasificación la salvación sigue estando muy, pero que muy lejos, pero ahora sabemos que este equipo puede ganar y puede, al menos, acabar dignamente una competición que ha estado marcada por los despropósitos de los que configuraron la plantilla en verano y la terminaron de arreglar en invierno. Presidente, consejeros, secretarios técnicos, entrenadores…, aquí hay muchos para repartir culpas, pero la peor parte de todas se la lleva el aficionado, que lleva ya tanto tiempo sufriendo que ha hecho callo y existe, peligrosamente, hasta indiferencia ante la situación que está viviendo el Alba.

Nos quedan 10 jornadas y por lo menos hay que esperar que este equipo sea capaz de mantenernos en tensión, en vilo, sufriendo pero dando pasitos en los que podamos agarrarnos en estos dos largos meses y medio que nos quedan de competición. Arrojar la toalla, que es lo que parecía que estaba ocurriendo, nos habría llevado a unas infernales semanas en las que saltarían las chispas por uno y otro lado.

Ahora hay que esperar que este punto de inflexión que supone ganar un partido después de 12 jornadas sin hacerlo no sea flor de un día y el Alba vuelva, al menos, a ser un equipo competitivo. No será fácil mojar en casa del Rayo Vallecano, por mucho que su situación sea delicada en lo económico, porque mucho lleva hablándose del tema en las últimas semanas, pero ahí siguen agarrados al liderato.

Si se puede pescar algo en Vallecas, miel sobre hojuelas, pero es en el siguiente partido de casa, frente al Celta de Vigo, donde el Alba tiene que dar el do de pecho y donde la afición tiene que apretar los dientes y estar otra vez con el equipo, como en la segunda parte frente al Salamanca.

La diferencia de ganar a no ganar es tremenda, porque lo que se veía imposible ahora se vislumbra más accesible. La carga de ilusión que parece haber metido Mario Simón en la plantilla tiene que durar un poco más a ver si llega otra victoria que alimente estas mínimas esperanzas que todavía nos quedan y que, por lo menos, si el Alba tiene que descender, que lo haga dignamente, dando la cara y luchando hasta el último momento.
Ilusionados con el triunfo sobre el Salamanca dejemos que la realidad que nos invade deje paso a la esperanza de saber que matemáticamente es posible y que todavía podemos agarrarnos a un clavo ardiendo, aunque, en el fondo, no nos lo creamos.    

Sobre el autor

Juan Carrizo

Jugador y entrenador titulado de baloncesto, practicante de otros deportes como el fútbol, el atletismo o el tenis, trabajo como redactor de deportes en La Tribuna de Albacete desde 1991 habiendo colaborado en diferentes ocasiones y en varias emisoras locales como Radio Chinchilla, COPE o la desaparecida Arco Iris.

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