El Albacete está en una nube y no quiere bajarse. El equipo de Ramis persigue un sueño y no quiere despertarse. La afición fluctúa en sus sentimientos a ritmo de resultados y obviamente esta semana ha recuperado la ilusión. El Alba sigue en la pelea por el ascenso directo, con solo cuatro jornadas por disputarse y un partido clave, el que se disputará el lunes en el Belmonte.
Dos malos resultados y llegaron las dudas. Porque el fútbol sólo vive del presente, del resultado. Es algo que no gusta a los técnicos ni a los jugadores, pero es lo que hay. La memoria no existe, por eso el entrenador que encumbró a un equipo a la gloria es barrido a las primeras de cambio cuando los resultados no acompañan.
Es lo que tiene el fútbol. Muchos aficionados salieron desencantados del Belmonte con el empate frente al Numancia. Los mismos que a la media hora del partido del domingo en Majadahonda estaban dando saltos de alegría diciendo «que bueno es mi Alba» y una hora después pedían la hora porque los majariegos rozaban el empate.
Esos cambios de humor son constantes, pero siempre está presente ese sentimiento cerrado por el Alba, por el equipo del murciélago, por el Queso Mecánico, por el Alba de Floro, Zalazar, Conejo, Catali y Antonio, y el de Ferrando, Viaud, Pablo Ibáñez, Jandro, Parri y Jesús Perera. Y aquel Alba de Julián Rubio y el de Nacho Bergara y el de Manolete. Por el Alba de Salas, Monroy, Camoto, Porro, Nicanor, Dagoberto Moll, los hermanos Villaba, Hernán, Juanito, Neme, Leo, etc, etc.
Ahora el turno es para Ramis, ZoZulia, Febas, Tomeu. Y el sueño continúa y nadie quiere despertarse.