La temporada para el Bueno Arenas Albacete Basket está siendo tortuosa. Estaba claro que jugar en la LEB Oro iba a ser un esfuerzo enorme para un club con muchas limitaciones económicas, porque el tejido empresarial albaceteño lleva toda la vida sin captar los beneficios que le aporta el deporte a estos niveles competitivos.
Obviamente hay que dar las gracias y casi arrodillase a esos contados empresarios valientes que ponen su grano de arena para poder competir en esta categoría, pero enfrente, esta vez, sí eran gigantes amigo Sancho, no eran molinos.
Cuatro jornadas quedan para el final de la competición y a pesar de los dos zarpazos dados en casa del San Pablo Burgos y en el Parque frente al Movistar Estudiantes, sexto y quinto clasificado respectivamente, la situación es complicada a más no poder. La salvación está a dos victorias de distancia, un mundo con lo poco que queda de competición.
Pero no podemos olvidar ni dejar pasar la oportunidad de resaltar el trabajo que se ha hecho para que el equipo haya podido ofrecer a los aficionados el espectáculo que está siendo esta temporada, con partidos como el disputado frente al mítico Estudiantes. Como novatos en la categoría habrá habido errores, ha faltado un jugador referencia, se han escapado partidos que no deberían haberse ido, pero no se le puede poner ni un pero a la directiva, al equipo o al cuerpo técnico.
Pase lo que pase en estas cuatro jornadas, el Albacete Basket tiene que ir con la cabeza bien alta y hay que aplaudir lo hecho por un club todavía joven y que nos tiene que dar, seguro, muchas alegrías.