El Albacete sigue ese momento de ‘impase’ en el que la incertidumbre que se cierne sobre su futuro tiene a todo el mundo completamente alterado. El entorno es un hervidero de dimes y diretes pero, sobre todo, el club se ha convertido una vez más en un arma arrojadiza en la que unos y otros tratan de arrimar el ascua a su sardina, olvidando en la mayoría de los casos el bien de la entidad, por mucho que les duela la boca de decirlo.
Algunos, como casi siempre, se dedican a matar al mensajero, algo muy habitual, a lo que ya estamos acostumbrados. Depende la noticia, la información, pura y dura, sin opinión, unos son más profesionales que otros sólo porque nos guste más o menos lo que se está contando.
Varias son las opciones que parecen barajarse para tomar las riendas del Albacete el próximo 24 de octubre. Algunas no las quiere nadie, otras no las quieren algunos, y aquí muchos, por no decir todos, buscan más sus intereses personales que los de la propia entidad, que se desangra mientras unos y otros se tiran los trastos a la cabeza.
Mucho se ha hablado del inversor uruguayo, que más bien es manchego, porque nació en Ciudad Real. Si es un estafador o no, pronto se sabrá, pues el cheque ha sido un órdago a la grande ya que en unos días se sabrá a ciencia cierta si toda su película es un montaje bien engrasado o realmente existe el dinero. Será la entidad bancaria donde depositó el cheque la que tiene que decir lo que hay, es decir, si existe el dinero o todo es un bulo. Los profesionales están para eso, los del banco, que son los que tendrán que aclarar si este señor va de farol. Si está engañando al Albacete y a la entidad bancaria albaceteña, también lo está haciendo también con el Hotel Universidad, tras firmar un contrato de arras para su compra. Como dice un buen amigo, “si este tío es un estafador, es de Primera División”. Y como todo en la vida, será el tiempo y sus actuaciones las que dirán si es trigo limpio o no. Yo, sinceramente, ni me creo nada ni me dejo de creer.
Pero los primeros que tenían que saber quién era Joaquín Echevarría fueron los dirigentes del Albacete y no me refiero a los que están ahora comiéndose el marrón, sino a los que estuvieron hasta las dos de la madrugada esperado la llegada del ‘mesías’ y le firmaron un acuerdo para la venta de sus acciones. Antes de todo eso quizás tenían que haber investigado quién es este señor. E incluso después, si vieron cosas que les hicieron dudar, pues quizás lo lógico habría sido decirlas públicamente y no hacer mutis por el foro, dejando que saliera elegido presidente, pero como aquí todo son estrategias quizás esa de llegar tarde fue la prevista para dejar que otros se estrellasen y así tener luego a alguien para echarle la culpa. Vaya usted a saber, porque aquí todo son medias verdades o medias mentiras, como se quiera ver.
Y mientras tanto el Albacete Balompié se sigue desangrando, sin nadie que le ponga un tapón a la herida. Al menos contamos con una plantilla deportiva que está demostrando estar muy bien confeccionada por Víctor Moreno y muy bien dirigida por Luis César Sampedro. Es lo único que nos queda, lo deportivo, porque lo institucional es para mear y no echar gota y los culpables, lo siento, no son los periodistas, sino los diferentes consejos que han ido generando la deuda, que no han sabido dirigir el club desde el sosiego y, sobre todo, la realidad económica de la entidad, con presupuestos hinchados con descaro y aprobados con total irresponsabilidad por los accionistas.
La solución a este entuerto está complicada porque si había discrepancias entre unos y otros, todo se ha ido enmarañando mucho más y, como siempre, el gran perjudicado es el Albacete Balompié. Que Dios nos pille confesados con lo que nos espera, por lo menos, hasta que llegue la Junta del próximo 24 de octubre.
