El dopaje sistemático (La Tribuna, 22-01-13)

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Mucho se ha escrito y hablado ya sobre el caso Amstrong y sus declaraciones, confesiones o como se le quiera llamar, que volvieron a dejar constancia del cinismo que rodea a toda esta gente que le echa un morro que se lo pisa engañando a todo el mundo y luego se piensa que entonando un mea culpa todo queda solucionado, sobre todo cuando le ves las orejas al lobo y la posibilidad de que acabes en la cárcel.

El caso es que lo que ha quedado claro es el dopaje sistemático que se ha producido en un deporte como el ciclismo, cuya dureza queda de manifiesto a la hora de ver que, para ganar, tienes que ir hasta los ojos. Sólo faltaba descubrirse el pastel de Amstrong, lo que todos esperaban con impaciencia porque todos lo sabían.

Y es así porque conforme han ido pasando los años han ido cayendo numerosos ciclistas que han ido estando en el podio de París durante todos esos años de dominio del estadounidense, así como sus compañeros de equipo. O sea, que si a casi todos los que quedaban por detrás los han ido pillando tarde o temprano estaba claro que el que quedaba por delante iba más que lo demás.

El gran trabajo de los médicos implicados era enmascarar todo ese complicado sistema de doping, algo que siempre ha ido por delante de los controles, aunque al final todos acaban cayendo, tarde o temprano.

El principal problema ahora es saber hasta qué punto llega todo esto, es decir, si se sigue utilizando masivamente el doping en este deporte con nuevos métodos para enmascararlo o si definitivamente los profesionales han decidido abandonar esta práctica tan común y luchar unos con otros con su verdadero potencial, el que da los entrenamientos, el sacrificio y el esfuerzo diario.

A todo esto, en la lucha contra el doping, ya ha quedado demostrado que en España estamos a años luz de los demás. Aquí se pilla a alguien y todo el mundo piensa en su inocencia, en que ha tenido que ser un error del análisis o que el filete que se comió estaba hormonado.

La lucha contra el doping tiene que variar la estrategia, porque la utilizada en los últimos años parece que no ha surtido el efecto deseado, al menos en nuestro país, donde los dopados, médicos y demás han campado a sus anchas y han seguido trabajando a pesar de las acusaciones e implicaciones varias que han ido superando por la permisibilidad legislativa.

Hay que empezar a dejar los paños calientes, las medias tintas, la excesiva permisibilidad, la presunción de inocencia a pesar de pillarte con las manos en la masa y empezar a poner verdaderas trabas a los tramposos.

Creo que es hora de que el doping sea penalizado en nuestro país, que se endurezcan las sanciones para deportistas, médicos y entrenadores, y que los órganos competentes se pongan las pilas para conseguir un deporte limpio, ya sea en el ciclismo o en el resto de disciplinas. Nuestros hijos lo agradecerán.

Sobre el autor

Juan Carrizo

Jugador y entrenador titulado de baloncesto, practicante de otros deportes como el fútbol, el atletismo o el tenis, trabajo como redactor de deportes en La Tribuna de Albacete desde 1991 habiendo colaborado en diferentes ocasiones y en varias emisoras locales como Radio Chinchilla, COPE o la desaparecida Arco Iris.

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