Hoy me apetece hablar el esperpento en que se ha convertido la música de nuestro país por mor de los concursos televisivos de los que salen mil y un imitadores, quizás con buena voz, pero ni pizca de talento. El chabacano espectáculo que ofrece nuestra televisión pública a cuenta de Eurovisión, desde hace ya años, volvió a escribir el pasado fin de semana un nuevo capítulo de la desfachatez más absoluta y entró de lleno en lo que se define como telebasura.
Miro para atrás y recuerdo aquellos cantautores cargados de buenas letras que nos tocaban la fibra. Hablo de los Sabina, Serrat, Víctor Manuel o Aute, sin olvidar algunos menos mediáticos como Javier Krahe, Petisme o el gran Rosendo; o las voces insuperables de Nino Bravo o Tino Casal. Y también aquellos grupos que nos siguen trasportando a otra época talentosa de nuestro país, musicalmente hablando. Radio Futura, Gabinete Caligari, Mecano, Nacha Pop, Danza Invisible, El Último de la Fila o Loquillo y los Trogloditas, por citar algunos. ¿Alguna vez se han parado a escuchar letras de grupos como Extremoduro o Platero? Para gustos los colores, que se dice, pero había mucho y bueno para elegir.
La música, que quieren que les diga, era otra cosa. Ahora todo son edulcorantes maniquíes prefabricados, en muchos casos simples imitadores, que llenan los concursos de talento que se pueden ver en todas las cadenas. TVE abrió el fuego con su academia de ‘bisbales’ y ‘chenoas’ y, como el formato vendía, prestos estuvieron las productoras de comprar derechos o inventarse sus propios concursos para ‘deleitar’ nuestros oídos noche tras noche, programa tras programa, y crear monstruos televisivos que tan pronto te encuentras en un programa de cocina, en otro de chismorreos o en un concurso de esos de media tarde en los que se pasan palabras o bombas.
Menos mal que nos quedan los vinilos y los cd’s para seguir escuchando aquellos verdaderos artistas que pusieron muy alto a la música española para no tener que tragarnos la enésima edición de ‘Eurorrisión’, que ya les vale como son capaces de superar año tras año el grado de cutrez en el que lo han convertido las eminentes mentes pensantes de nuestra querida televisión.
