Hoy se cumple un año de la entrada de la Plataforma Bandera Blanca en el Consejo de Administración del Albacete Balompié. Un año desde que Ubaldo González Garrote es presidente del club manchego. Un año de un quiero y no puedo, o más bien un quiero y no sé, o al menos eso es lo que han transmitido al entorno, que por mucho que han intentado poner de su parte, se ha puesto en su contra.
Son tantas las cosas que han hecho mal y tan pocas las que han hecho bien que han conseguido la contestación del entorno, incluidos los propios ex presidentes a los que juntaron para la foto y que les cantaron las 40 días después en el palco del Carlos Belmonte.
Desde el Consejo, los malos de la película siempre han sido los periodistas, concretamente o curiosamente, los que trabajan en los medios de comunicación más representativos de la ciudad por número de seguidores. Demasiado se ha escrito y hablado sobre la relación con los medios, un asunto con el que no han sabido lidiar, aunque no el único, pues los medios se han limitado a informar y opinar, que para eso están.
Y lo que se ha informado y de lo que se ha opinado está en boca de todos, no han sido invenciones de los periodistas. El tema deportivo ha sido la estrella, con una plantilla que por mucho que se empeñen se hizo con retales y con amiguismo, aunque el error principal fue fichar a Máximo Hernández, sobre todo por la forma en la que se produjo, dejando en la estacada a Julián Rubio y quedando demostrado el error, tanto en el mercado de verano como en el de invierno. La excusa de que no hay dinero, de que nadie quería venir, no tiene peso. Aquí se ha fichado siempre sin dinero y los jugadores han querido venir. Otra cosa es que no aceptaran ofertas ridículas y no vieran claro que la plantilla que se estaba haciendo fuera competitiva, como se ha demostrado estando toda la temporada en descenso. Menos mal que la salvación todavía es posible y se ha enderezado el rumbo en estas últimas jornadas, porque un descenso a Segunda B sería difícilmente asumible.
Del tema económico no sabemos ni qué decir porque la transparencia, ésa de la que hablaban, ha brillado por su ausencia. Un supuesto acuerdo con Hacienda, del que se habló veladamente en la última Junta de Accionistas, salvó de momento los muebles, pero a mí que me expliquen cómo un club que tiene un ajustado presupuesto entre seis y siete millones de euros es capaz de generar extraordinariamente un millón de euros al año para pagarle a la Agencia Tributaria. De la ampliación de capital ni hablamos, porque tampoco sabemos qué fue de ella.
Por último, el desastre en que se ha convertido la Fundación Albacete Balompié tiene mención especial, porque a la postre se está jugando con el futuro deportivo del club. La desorganización es total y desde el Consejo nadie ha sido capaz de meterle mano al tema. Las denuncias de padres y entrenadores han caído en saco roto, como todos los consejos que han llegado en una línea distinta a lo que han estado haciendo.
Después de la zozobra que se vivió en la última etapa de Ángel Contreras, la iniciada con Ubaldo González tampoco tiene desperdicio. Hemos pasado de guatemala a guatepeor, pero al fin y al cabo, ¿a quién le importa?
