La situación del Albacete no es para tomársela a broma. Decía Cañas ayer que se estaba hablando mucho de la Segunda B. Creo que nadie está bromeando con ese tema. Pero los números cantan. Sólo hay que ver la clasificación para darse cuenta de que la situación está al límite. La salvación está muy lejos, por mucho que algunos se empeñen en ponerse una venda en los ojos y saquen pecho otra vez, tras haberle empatado al Celta deVigo.
Dos puntos de 24 posibles es para echarse a temblar, aparte de para haber empezado a tomar medidas urgentes. De momento lo único que el club ha hecho ha sido mandar comunicados de ánimo y apoyo a la afición y al entorno, cuando la que necesita ánimo, apoyo y que le aprieten las clavijas es una plantilla con grandes carencias pero que tiene que ser la que saque al equipo del pozo de la clasificación. Le oí decir a Quique Hernández que confía en su plantilla, ¿pero la plantilla confía en Quique Hernández?
Quedan por disputarse 34 jornadas, es decir, que están en juego 102 puntos. Teniendo en cuenta que la salvación estará en torno a los 48 ó 50 puntos, el Albacete debe ganar la mitad de los partidos que quedan por disputarse. ¿Alguien ve a este equipo capacitado para ganar un partido si y otro no? Sinceramente yo no lo veo, por mucho que frente al Celta se atisbara una reacción que a la postre, para lo único que valió, fue para sumar un empate que, obviamente, no es suficiente.
El Consejo de Administración del Albacete es en estos momentos como el borracho que no reconoce que es alcohólico, el enganchado a una tragaperras que no se siente ludópata o el drogadicto que afirma que lo puede dejar cuando quiera. Señores, vuelvan a la realidad, reconozcan la enfermedad y tomen las medidas necesarias para evitar la debacle. Decía en columna anterior que los resultados dictarían sentencia a una plantilla hecha con amiguismo y pago de favores. El tiempo y la clasificación, de momento, me están dando la razón.
