El técnico del Albacete recordaba el pasado viernes que, con la Copa de por medio, el equipo tenía que afrontar cinco partidos en 12 días y la verdad es que, por unos motivos u otros, no se ve al cuadro manchego preparado para ello.
El Alba viajó a Huesca sin cinco jugadores, lesionados, de los 23 que tiene en plantilla. Podría tener una plantilla de 25, pero incluso el director deportivo pretendía tener 22, una plantilla corta que tiene sus limitaciones, más cuando el filial del que puedes echar mano está tres categorías por debajo. Las plantillas cortas se te vuelven en contra a las primeras de cambio, porque de Huesca saldrá otro lesionado como mínimo, sino más, porque el equipo acabó con sensación de haber llegado a su límite físico mucho antes de cumplirse el minuto 90.
Y ahora es cuando yo incido en esas pretemporadas cortas que hay ahora debido a lo pronto que se inicia la competición. Cuatro semanas de trabajo donde antes había seis y si además la aderezas con siete partidos amistosos, dos por semana, quedan muy pocos días de trabajo, pocos días para cargar los cuerpos con esa preparación física necesaria para luego aguantar las 42 jornadas del campeonato.
La competición se pone estos días muy cuesta arriba para un Albacete que no termina de arrancar, que no sabe frenar esos «errores groseros» que no se cuantos puntos le han hecho perder, con la enfermería a tope y sus jugadores dando muestras de estar echando el hígado, o eso es lo que se ve en el campo en los finales de partido. Llevamos dos meses de competición y el Alba parece que sigue de pretemporada en muchos sentidos.
