Hablaba en la previa del partido contra el Málaga que la oportunidad la pintaban calva para que el Albacete diera una muestra de madurez si quería de verdad optar a jugar el playoff de ascenso. Después del partido, la sensación no puede ser más optimista. Este equipo transmite todo lo necesario para ser uno de los mejores Albas que conozco.
No solo es el resultado, es el camino que se está recorriendo. El domingo disfrutamos de un Albacete espectacular, dando al fútbol ese sentimiento de emoción del que tanto habla Rubén Albés y mostrando una simbiosis colectiva que es el motor que mueve este equipo hacia el efímero éxito de un deporte que habitualmente nos ha dado más disgustos que alegrías, como le suele ocurrir a los clubes modestos.
Hablamos del mago Fuster, pero el que realmente hace magia es Rubén Albés, que ha conseguido extraer lo mejor de cada uno de los futbolistas que forman la plantilla para que brillen en el ideario colectivo, porque el fútbol es un deporte de equipo y si todas las piezas del engranaje están bien encajadas aparecen los resultados, la alegría y la ilusión.
El objetivo de la permanencia está cerca, jugar los playoff de ascenso está al alcance de este Albacete que ha sabido conectar con la afición, algo que hasta ahora solo habían logrado Ramis, César Ferrando, Julián Rubio o Benito Floro. Rubén Albés se está ganando un puesto entre estos grandes que hicieron brillar al club, porque supieron explotar su vestuario y sacaron el máximo rendimiento a sus jugadores.
Vamos a seguir disfrutando, con la ilusión de ver hasta puede llegar este equipo y la seguridad de que nos vamos a emocionar.