Dice una máxima sobre los entrenadores de fútbol que cada maestrillo tiene su librillo y eso nos lleva a los diferentes caminos que unos y otros eligen para conseguir los objetivos. Pero más allá de todo esto, al final el fútbol no deja de ser un deporte espectáculo, donde cientos de miles de aficionados pagan religiosamente por ver a su equipo ganar y para eso siempre es necesario meter goles.
Es algo que tiene muy claro Rubén Albés, con el que tuve la oportunidad de hablar largo y tendido sobre esta primera vuelta en la que el Albacete ha sorprendido ya que, no nos engañemos, partió para el resto del mundo como uno de los favoritos a estar abajo en la tabla.
Eso que tanto repite el técnico de jugar con emoción ha calado hondo en unos aficionados lastrados en su memoria por muchas más temporadas de penurias que de alegrías. En la campaña pasada, el Riazorazo fue tan inesperado que de ahí que provocase tamaña explosión de júbilo, pues el año fue de demasiados altibajos que pudieron tener un final feliz.
Para divertirse hay que ganar y para ganar hay que meter goles. Así de claro lo tiene Rubén Albés, que ha sabido conectar tanto con su plantilla como con los que están en la grada, que han sido capaces de aplaudir al equipo hasta en las derrotas, porque entendían que los jugadores se merecían ese reconocimiento a pesar de no haber sumado ningún punto.
No sabemos hasta donde llegará este Albacete pero, como ya he repetido, pienso que el camino es muy importante y si en este nos lo estamos pasando tan bien, mucha parte de culpa la tiene Albés y su fútbol que emociona.
