La consecución de los objetivos suele tapar el camino, pero yo soy de los que piensan que el cómo es más importante que el qué. La temporada pasada se logró un ascenso necesario, tanto en lo económico como en lo deportivo, pero el juego del equipo nos dejó un sabor un tanto agridulce, con demasiados altibajos y partidos para olvidar.
Por unas cosas o por otras, el Albacete no logró transmitir ni enganchar, quizás por ese empeño del entrenador por el fútbol champagne al que se le iba la fuerza cuando jugaba fuera de casa.
Quedó para la historia que dos jugadores en cierto modo defenestrados, como Jordi Sánchez y Alberto, fueran precisamente los que dieron un ascenso por el que, no podemos olvidar, no apostaba nadie al tener que jugártelo en casa del Deportivo y ante su afición.
Esta campaña no sabemos si acabará con un ascenso, pero lo que sí sabemos es lo mucho que nos estamos divirtiendo, y eso que el fútbol, por muchas pasiones que levante, es a veces uno de los deportes más aburridos que puede haber. Este año tenemos como ejemplo los choques contra Burgos o Zaragoza, con sendos 0-0 y poco que contar.
Pero, por una vez, estos encuentros son una excepción, porque el Albacete de Rubén Albés consiguió desde el minuto uno enganchar a la afición a base de proponer un fútbol valiente, ofensivo y, como dice el gallego, con emoción. Por eso, aunque el resultado no haya sido a veces favorable, se ha visto salir a los aficionados contentos del Belmonte.
Pase lo que pase al final, el cómo está de momento siendo lo mejor porque, en el camino, nos lo estamos pasando fenomenal.