El Albacete Balompié había entrando en una espiral que si bien no era negativa, había transformado al equipo de Rubén Albés en un conjunto mediocre, con resultados en el mismo sentido. Quizás era lo normal para un recién ascendido, con un presupuesto bajo, cumpliendo su objetivo de estar fuera de la zona de peligro.
Pero el Albacete del primer tercio de la competición nos había mal acostumbrado, con ese fútbol alegre y ambicioso que había generado una gran corriente de optimismo en los aficionados, siempre valorando lo visto sobre el campo por encima del resultado.
El partido jugado el domingo en el Estadio de Gran Canaria volvió a mostrar ese equipo alegre, ambicioso y descarado. El resultado fue la victoria, que llegó en la recta final. El empate, que era lo que parecía, habría dejado el mismos buen sabor de boca, porque se había vuelto a ver al Alba de las primeras jornadas, tratando de tú a tú al líder en su propia casa.
A falta de una jornada para acabar la primera vuelta la nota ha vuelto a subir. Los últimos partidos la habían bajado al Notable, casi cayendo al Bien, pero nuevamente este Albacete camina sobre el Sobresaliente, con 29 puntos que pueden ser 32 si el domingo se derrota a un Ibiza que volverá a traer a Lucas Alcaraz al Belmonte. Ganar no será fácil, ya lo advirtió Albés tras el partido ante Las Palmas, porque nos gusta sacar pecho enseguida y en esto del fútbol es algo que te enseñan que no se debe de hacer en primero de entrenador. Pero es que este Albacete, el del domingo, el que recuperó la alegría, nos hace ser positivos y optimistas.