LaLiga implantó hace ya unos años un sistema de control económico para evitar la habitual ruina de los clubes de fútbol español, siempre en las listas de los mayores morosos a la Agencia Tributaria y la Seguridad Social.
Ese control genera un LCPD (Límite de Coste de Plantilla Deportiva) en el que entran diversos factores, principalmente a nivel presupuestario. El objetivo de dicho límite es que los clubes no se gasten más dinero del que pueden generar y disponer para la plantilla, quitando el resto de gastos habituales. La clasificación y los ingresos por televisión tienen un valor importante, máxime cuando existe demasiada distancia entre los extremos que nos lleva a un desnivel estratosférico entre uno y otros clubes, algo que en Primera División es realmente reseñable. Nunca nadie podrá llegar al nivel de clubes como el Real Madrid o Barcelona y no por su capacidad de ingresos por su impacto mediático en todo el mundo, sino porque la diferencia de lo que uno y otros pueden gastarse en jugadores es abismal, algo que no ocurre por ejemplo en la Premier League, esa que tanto se empeña Tebas en tratar de desprestigiar.
En Segunda División también existe mucha diferencia entre los que vienen de Primera y el resto de clubes, pero aquí no se nota tanto, quizás porque existen muchos jugadores sobrevalorados y plantillas con mucho menor coste son capaces de hacer mejor temporada que los más millonarios.
El Albacete tiene uno de los límites más bajos, por lo que ha tenido que hacer un verdadero encaje de bolillos para cuadrar una plantilla que tiene muy buena pinta. Aveces es más fácil acertar con poco dinero, solo hace falta un director deportivo que sepa lo que está haciendo y, parece, que Alfonso Serrano tiene el mercado muy bien controlado.
