La llegada de la nueva propiedad al Albacete Balompié trajo nuevos aires que sin duda han sido positivos en lo económico. La familia Kabchi ha puesto un euro sobre otro encima de la mesa para que el club pudiera sobrevivir, liquidar una deuda histórica y ver al futuro con optimismo, a no ser porque las decisiones en lo deportivo no han sido acertadas y el fantasma del descenso está muy presente.
La estabilidad suele conllevar a los éxitos, pero eso es algo que deportivamente hace tiempo que no existe en el club manchego. Desde que Skyline aterrizó en el verano de 2017 en el Albacete Balompié, el club ha tenido tres directores deportivos y cinco entrenadores, que hoy serán seis. Si echamos la cuenta a nivel de jugadores, nos podremos asustar, en número y rendimiento. Son muchos los que han pasado por este Alba en las últimas campañas con más pena que gloria, lo que quiere decir que son muchos los errores que se han cometido.
De aquellos barros llegan estos lodos, dice el refrán, porque lo que se ve hoy en el Albacete es lo que se ha ido sembrando en los últimos tiempos. Se tuvo la fortuna, con trabajo y con acierto, de vivir una temporada maravillosa en la que se luchó por el ascenso, pero al final queda como una anécdota porque el año de antes fue un desastre y el siguiente otro mucho mayor, y no quiero hablar de lo que va a ser este. No nos podemos engañar, con 11 puntos tras 17 jornadas el Alba tiene muchas posibilidades de acabar en Segunda B. Lo contrario sería un milagro, que existen, pero para agarrarse a los milagros uno tiene que creer y, la verdad, yo no creo en este Albacete ni en las decisiones que toma.