Nadie puede negar que el Albacete Balompié está sufriendo una descomposición que, obviamente, no se produce de la noche a la mañana. Es algo que se viene gestando desde hace tiempo y ahí están los datos, los resultados. La propiedad se propuso sanear el club y lo está consiguiendo a base de poner un millón detrás de otro. Ahí no se les puede decir nada. Pero el problema está en lo deportivo, esa gestión es la que, desde hace tiempo, parece que anda a la deriva.
El tema pudo empezar cuando se hizo un cambio de cromos con el Getafe, a donde mandaron al entonces director deportivo Nico Rodríguez a cambio del adjunto del ayudante, Mauro Pérez. Entonces ya se quiso contratar a un venezolano, Daniel Farías, con menos papeles que una liebre. Se dudaba sobre si esa plantilla que luchó por el ascenso a Primera se la había dejado hilvanada Nico, dudas que aumentan tras ver las plantillas confeccionadas después por Mauro Pérez, si es que realmente es Mauro el que ficha o hay demasiada injerencia por parte de la propiedad.
¿Quién toma las decisiones? ¿De dónde aparecen fichajes que siembran dudas sobre que sean futbolistas? Teniendo el límite salarial que se tiene, ¿no da para tener más jugadores de calidad y no tanta tropa con recursos justos para estar en esta categoría? ¿Después de lo vivido la pasada campaña no era obvio que había que mejorar la plantilla?
Mientras lo económico sale a flote después de años de penurias, lo deportivo se hunde al acumular demasiadas malas decisiones. Lo peor de todo es que no se vislumbra solución, aunque el fútbol, como se sabe, siempre da muchas vueltas.