El desconfinamiento programado ha tenido muy en cuenta al deporte profesional, no tanto al deporte amateur. Todo indica que si la cosa no se tuerce a mediados o finales de junio se podrá volver a competir en Primera y Segunda División. Hay mucho dinero en juego y eso siempre aprieta.
Mucho menos dinero está en juego en el otro deporte, el amateur, que, por tanto, ha quedado relegado a un segundo plano. No está todavía definido, pero será muy difícil que competiciones como la Segunda B o Tercera puedan finalizar, aunque ya veremos. El fútbol femenino ha sido otro de los olvidados, quedando demostrado que aquí sólo interesa lo que interesa, más allá de la salud y tanta vaina.
Los cientos de millones que genera y reparte el fútbol profesional ha pesado mucho en toda esta negociación donde, una vez más, se han visto las diferencias de criterios entre unos y otros. LaLiga, RFEF y AFE han sido incapaces de ponerse de acuerdo. La mediación del Consejo Superior de Deportes fue clave, aunque la AFEsigue mostrando su desacuerdo con muchas de las medidas, en las que los futbolistas son tratados como meras mercancías y tendrán que dejarse hacer lo que les manden.
Los equipos empezarán pronto a realizar sus entrenamientos, veremos si concentrados como quiere LaLiga, con el consiguiente coste económico para los clubes y también emocional para los jugadores, que tendrán que dejar a sus familias por un mes largo si no cambia la cosa. Sigue existiendo una presión enorme para que se juegue, también desde la UEFA. El fútbol no entiende de pandemias.