En las últimas semanas hemos vuelto a vivir episodios que reflejan la opacidad que rodea al Alba en ciertos detalles. Quizás no se dan cuenta en el club que, al que le ocultan la información, no es otro que al aficionado que paga su abono, o su entrada, e incluso es accionista, aunque la acción sólo valga ya para decir que estaba ahí cuando el club lo necesitó. A los aficionados se les niega conocer el tipo de lesión que tiene un jugador y el tiempo que estará de baja, aunque sea una estimación que a veces se cumple y a veces no.
Las paperas de Tomeu son un claro ejemplo. Semana y media ocultó el club la enfermedad que tiene el cancerbero y lo tuvo que desvelar un periodista. Secreto de estado, parecía, lo mismo que la lesión que tiene Querol o la que tuvo Fran García. El club no informa y hasta se molesta si lo desvelas y busca al chivato. Estado policial.
La pasada semana el Deportivo Alavés informó que un jugador suyo tiene paperas y no pasa nada, no se hunde el mundo, y Las Palmas informó de la lesión de un jugador con todo tipo de detalles y el tiempo que estará de baja. Son cosas que interesan a los aficionados y uno no entiende donde estará la ganancia del Albacete Balompié en ocultar este tipo de información, como cuando Ramis decidió no dar la lista de convocados.
Lo de Zozulia es otra vuelta de tuerca. En lugar de asumir la metedura de pata del ucraniano, el club hizo una huida hacia delante tratando de negar y ocultar. Digo yo que debe ser más fácil asumir los errores, porque si no al final incluso quedas peor. Política de comunicación le llaman ahora.
