El Albacete Balompié se ha convertido en una auténtica montaña rusa, tan pronto es capaz de ir al Fernando Torres, donde el Fuenlabrada no perdía desde hace un año, y llevarse la victoria, o ganar en otro campo difícil como es El Alcoraz en Huesca, como de desconectar en el Carlos Belmonte y verse remontado por el Oviedo o vapuleado por el Tenerife.
Lo curioso de esta montaña rusa es que los picos altos se ven fuera de casa y los bajos en el Belmonte. Una explicación podría ser que Ramis juega siempre en función del rival y, por ello, es más fácil contrarrestarlo en su casa, donde puede ser más predecible al tener que llevar la iniciativa, que hacerlo en casa propia, donde el rival suele esperar su momento exponiendo mucho menos.
Lo que ha quedado claro, de momento, es que el rival que en el Belmonte da un paso adelante y asume riesgos tiene mucho ganado con un Albacete justito de fuerzas en lo ofensivo, lo que penaliza mucho más cuando juegas en casa y la afición exige, porque la defensa no puede con todo, sobre todo cuando no está Silvestre en el centro del campo, jugador que se ha convertido en fundamental en la medular.
No es normal lograr tantos puntos como visitante y luego dejarlos escapar en el Belmonte. La campaña pasada el equipo estuvo arriba mientras mantuvo su fortín en casa. Cuando se empezaron a escapar puntos en el Belmonte, el equipo fue perdiendo fuelle. Del ascenso directo se pasó al playoff y en un final donde todos llegaron justos de fuerzas, el Alba quizás el que más, por el gran esfuerzo realizado durante toda la temporada. Ahora toca buscar un equilibrio que no existe.