La nueva moda, todavía no muy implantada, es no hacer públicas las convocatorias. En el Albacete Ramis estaba deseando que llegase el día de enfrentarse al Racing de Santander para subirse al carro que, de momento, va casi vacío.
Cuestionado por qué no hacer públicas las convocatorias, el técnico del Albacete dijo, «porque es dar ventajas en algunas situaciones, los demás hacen lo mismo, no somos nosotros los extraterrestres». Los demás son tres equipos de los 42 que forman la Liga de Fútbol Profesional (dos en Primera y uno en Segunda), así que sí se podría decir que Ramis es un poco extraterrestre. Primero fue cerrar los entrenamientos, ahora no hacer públicas las convocatorias. No sabemos lo que vendrá después y tampoco nos queda claro el nivel de ventaja que se saca en estos tiempos modernos en los que cada partido es analizado al milímetro por aplicaciones como el mediacoach, con lo que poco o nada se puede esconder. Ya por no esconder no se puede ni agarrar ni meter la mano dentro del área, a ver si cuela, porque ahora aparece el VAR, te pilla y te sanciona.
Al final, todas estas medidas que poco a poco van cogiendo auge lo único que hacen es alejar un poco más a los aficionados, que son los receptores directa o indirectamente de la información, de lo que pasa en los entrenamientos, de cómo están los jugadores, de quién está convocado y, en definitiva, conocer mejor a su equipo. Aquí parece que los aficionados sólo valen para ir el domingo al campo (o los viernes, que están de moda), que pasen por taquilla y que no molesten durante la semana.
