Las estadísticas no dejan de ser datos que pueden ayudar a entender muchas cosas, pero es necesario tener un sentido muy amplio de las mismas y no quedarse solo con ciertos datos para comprender mejor lo que ocurre. Las estadísticas nos ayudan, pero también nos pueden confundir, por eso su estudio suele abarcar muchos parámetros y no siempre refleja la realidad.
Un jugador de baloncesto puede tener una media de 20 puntos por partido. Quedarnos con ese dato nos haría pensar en un buen anotador. Pero resulta que esos 20 puntos los marca en los tres primeros cuartos y, en el último, su media es cero; la cosa cambia, pasa de ser un jugador anotador a otro al que se le encoge la muñeca en los minutos decisivos.
Nuestro Albacete Balompié, por ejemplo, es el equipo menos goleador y el que menos tiros realiza entre los tres palos, pero la efectividad que consigue con sus escasos números es lo que le hace estar arriba. Puede existir un problema en la creación de juego ofensivo, puede faltar decisión en los últimos metros, puede fallar la precisión en el último pase; situaciones que seguro que están siendo objeto de estudio y trabajo por parte del cuerpo técnico. Pero lo cierto es que nunca, con tan poco, se había conseguido tanto.
Los siete goles que lleva el Alba le valen para sumar 16 puntos. Sale una media superior a dos puntos por cada gol. Todos los equipos que están en la parte alta de la tabla tienen bastantes más goles a favor que en contra, y sin embargo el equipo manchego tiene un -5. El dato está ahí, pero resulta engañoso.
Ortuño, jugador cedido en el Oviedo, lleva los mismos goles que toda la plantilla del Albacete, pero su equipo sólo ha sido capaz de sumar siete puntos. Es curioso ser el pichichi y que tu equipo sea el colista.
