La construcción de instalaciones deportivas de alto nivel es algo que se les suele atragantar a nuestros políticos. Construir un pabellón polideportivo en condiciones o una piscina cubierta con medidas olímpicas requiere tantos trámites, tanto esfuerzo, que posiblemente el que iniciase el proyecto puede que no esté al mando cuando se vaya a terminar. Quizás por eso nuestros políticos se van pasando la pelota de un tejado a otro y, como se suele decir, la casa se queda sin barrer.
Porque al final, los políticos lo único que quieren es aparecer en la foto. Da vergüenza ajena oír hablar a nuestro presidente regional, Emiliano García-Page, sobre las obras de mejora del Hospital de Albacete. Promesas una y otra vez incumplidas, que caen en saco roto y que repiten con total caradura, porque tanto los que hablan como los que escuchan saben que no se van a realizar o, si se hace, no será ni el 10% de lo prometido.
Lo mismo pasa en Albacete con esas instalaciones deportivas que se llevan demandado desde tiempos inmemoriales, que todos prometen, pero ninguno realiza. Tienen la poca vergüenza de incluirlo en todos los programas electorales, yo creo que desde el siglo pasado, pero estamos en el 2019 y la pelota sigue pasando de un tejado a otro sin un atisbo de que lo prometido se vaya a convertir en realidad.
El otro día, otra vuelta de tuerca. Unos inicios prometedores por parte del Partido Popular sobre el asunto fueron tumbados en el Pleno del Ayuntamiento, porque claro, los que mandan ahora son los otros y los que quieren salir en la foto y apuntarse el tanto son los que mandan. Patético todo, siempre.
