Ya dijo Ramis durante la pretemporada que este año iba a ser muy distinto por diversos motivos y que, por ello, no le gustaba eso de estar todo el rato comparando plantilla o resultados. El caso es que el Albacete no se ha destacado en este arranque liguero por ese juego veloz y vertical con el que el año pasado desarbolaba las defensas contrarias, aunque en muchas ocasiones si que se ve a los laterales subir y generar mucho peligro al rival, como sucedía la pasada temporada.
Este año el Alba se ha vuelto un equipo práctico y está rentabilizando al máximo ese nuevo estilo de juego. Está costando conseguir regularidad, más cuando el día que pierdes lo haces con un descalabro como frente al Tenerife, pero para los rivales está resultando desesperante irse de vacío frente a los manchegos, pues no marcan a pesar de las innumerables ocasiones que generan. Así lo podrán pensar Huesca y Málaga, que se hartaron de pisar el área del Alba, pero se fueron cabizbajos con cero goles y cero puntos.
Más allá de lo que ahora mismo dice la clasificación, anecdótica siempre en estas primeras jornadas, el Alba sorprende por la enorme rentabilidad que le está sacando a sus goles. Por fin se logró uno en jugada, donde por cierto Manu Fuster realizó un pase de lujo para Manaj, pero lo extraño, y bueno a la vez, es que cuatro goles hayan dado cuatro victoria y 12 puntos.
Ahí hay mucho trabajo, tanto en el aspecto defensivo, como en el ofensivo, pero también esa pizca de suerte que siempre hace falta y que esperemos se mantengan por mucho tiempo. El Alba no deslumbra, no domina, pero gana. Ser práctico también funciona.
