¿Dónde están los albaceteños aficionados al deporte? (La Tribuna, 20-04-10)

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Los albaceteños siempre han sido sensibles a la actividad deportiva de su ciudad, pero en los últimos años se ha ido perdiendo progresivamente ese público que en otros tiempos abarrotaba los pabellones y que ahora, seguramente, se queda en casa siguiendo los mil y un partidos de fútbol televisados por los diferentes canales ya sean gratuitos o de pago.

Estoy convencido de que el fútbol se está cargando al resto de los deportes, y cuando digo fútbol me refiero tanto a los clubes como a las televisiones, unos por ambiciosos y otros por agonías, porque eso que la liga de Primera y Segunda se juegue en cuatro días diferentes sólo tiene sentido por el afán recaudatorio de unos y otros.

Hace ya varios años el fútbol tenía un horario prácticamente fijo. El sábado por la noche era el partido en abierto y el resto de encuentros se jugaban el domingo a las cinco de la tarde, sin televisión. Cada aficionado se iba a ver a su equipo, sin importarle el resto, porque no se podían ver todos. La gente llenaba los campos, se vivía mucho ambiente en los estadios. El fútbol era fútbol. Pero ahora podemos ver todos los partidos gracias a la multiplicidad horaria. Llega el fin de semana, nos ponemos delante del televisor y vemos sucesivamente al Valencia, al Barcelona, al Real Madrid, al Atlético. Entre medias también podemos seguir las evoluciones del Liverpool, Manchester y Chelsea, del Inter, el Bayern y hasta del Ajax. Incluso si no hay fútbol, te ponen un partido grabado, no sea que cambies de canal o se te ocurre apagar la tele.

La gente se queda en casa o en el bar, cómodamente, con unas cervezas y unas cortezas, en lugar de acudir a los campos. Sólo hay que darse una vuelta por los pabellones e incluso por el Carlos Belmonte para ver la cruda realidad. En los años 90 se llenaban todos, pero ahora, con un gran crecimiento demográfico en la ciudad, nos encontramos, por contra, con los pabellones vacíos.

He visto el Pabellón del Parque abarrotado, ya fuera para ver al CABA, al Albacete Fútbol Sala o al extinto Club Voleibol Albacete. Ahora apenas acuden un centenar de aficionados. En el Carlos Belmonte no digamos, pues fácilmente se llegaban a los 10.000 aficionados en Segunda, casi lleno en Primera, pero es que ahora van 5.000 y decimos que había una buena entrada.

Ahora me dirán que los espectáculos deportivos no son lo que eran, que el nivel no es el mismo, pero no nos engañemos, el CABA abarrotaba el pabellón cuando estaba en la entonces denominada Segunda División, muy similar a lo que puede ser ahora la Liga EBA, en la que apenas tenía 50 espectadores en la grada. El voleibol estuvo jugando al máximo nivel hasta el final, con partidos europeos incluidos y sólo en contadas ocasiones superaba los 300 espectadores. El Albacete Fútbol Sala, pues lo mismo, pues en aquella época no estaba todavía en División de Plata y lograba siempre una buena entrada en el Parque, pero ahora en el Universitario, la familia y cuatro amigos.

Con estos condicionantes, ¿dónde queremos que esté nuestro deporte? Sumido en la miseria más absoluta, económica y moral. Pero que viva el fútbol y su camarilla de vividores y estafadores que cuentan con la connivencia del Gobierno, porque sino ya me dirán cómo es posible la ruina económica que rodea a todos los clubes, todos, sin que nadie haga nada por evitarlo. Sólo entre siete clubes de Primera acumulan una deuda de casi 3.000 millones de euros.

Sobre el autor

Juan Carrizo

Jugador y entrenador titulado de baloncesto, practicante de otros deportes como el fútbol, el atletismo o el tenis, trabajo como redactor de deportes en La Tribuna de Albacete desde 1991 habiendo colaborado en diferentes ocasiones y en varias emisoras locales como Radio Chinchilla, COPE o la desaparecida Arco Iris.

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