Hace unos años se disputaba durante el verano el Trofeo Junta de Comunidades. Era una manera de que la máxima institución regional repartiera dinero entre los equipos de referencia.
La crisis clausuró el torneo y este año, las mentes pensantes decidieron recuperarlo, pero con un invento infumable como ha sido la Copa Cervantes. Metieron por allí también a los equipos femeninos y de fútbol sala, pero sin premio económico, o sea, que para ese viaje no hacen falta alforjas. Pero el mayor invento fue en la categoría de fútbol masculino, cuyo ganador, que se decide este miércoles, se llevará 3.000 euros a la saca.
La Federación, con esta Copa Cervantes, se cargó de un plumazo la fase regional de la Copa Federación y el ganador de la Copa Cervantes obtendrá el honor de representar a Castilla-La Mancha en la fase nacional de esta competición, algo que ya fue denunciado, porque el Albacete Balompié también participaba en la Copa del Rey y se vulneraba la normativa.
Para un club como el Albacete, cuyas metas son recuperar cuanto antes el estatus profesional y que también ha estado peleando hasta la tercera ronda de la Copa del Rey, llegar a finales de octubre en la Copa Cervantes supone, sin lugar a dudas, un problema.
Y es un problema porque como aquí se mezclan churras con merinas, el conjunto de Aira tiene que disputar la final frente a un equipo de Tercera, el Madridejos, que se ha cargado por el camino a otros clubes de Segunda B y que seguro que sueña con dar la campanada en la final, derrotar al Alba y llevarse los 3.000 euros de bote.
Para el Albacete, jugar este tipo de encuentros a estas alturas de la competición, es un trastorno. De momento ya hay que hacer un desplazamiento, aunque sea pequeño, para disputar la final. Luego está la posibilidad de meter a muchos canteranos, pero claro, se puede perder y habrá los que levanten la voz para decir que vaya candidato al ascenso que pierde con un rival de Tercera. Pero si Aira coloca a todos sus titulares, pueden que se produzcan lesiones o un desgaste innecesario para los partidos que son verdaderamente importantes, los de la liga.
Los inventores de la Copa Cervantes no midieron a la hora de meter multitud de equipos y llegar a finales de octubre con una competición que tendría que tener campeón, como mucho, a finales de agosto. Lo demás sobra.
